En el diccionario aparecen dos definiciones acerca de Idilio.
1 – Relación amorosa entre dos personas que generalmente es vivida con mucha intensidad y es de corta duración.
2 – Situación de un mundo ideal en el que todo se desarrolla conforme el bien y la belleza.
Me he quedado con la boca abierta, porque no me puede encajar mejor este titular con mi proceso creativo. Describe con precisión lo que son y lo que trato de significar con mis obras.
La primera definición corresponde más con la primera etapa en la que me salen piezas diseñadas desde el inicio para ser idilios, representan abrazos calculados.
Abrazos pensados, abrazos anhelados. Traumas depurados por la razón de la estética.
La segunda definición es perfecta para lo que ocurrió en la segunda etapa. Los segundos encuentros fueron piezas independientes que literalmente se entrelazaron con otra que era afín, y yo estuve ahí para poder escuchar el deseo. Por supuesto que con la mayor de las emociones cada vez que se producía el encuentro.
En ese momento asistía a una especie de Milagro que escapaba a todas mis expectativas. Las piedras hablaban y deseaban abrazarse por sí mismas, y entre sí.
El bien y la belleza…, casi nada. Eso me han contado, y lo mejor es que yo lo he podido sentir. No con la razón claramente, sino con el alma. Atendiendo a lo que no procesa mi mente.
En ese lugar es donde residen el bien y la belleza, el arte.
Casi nada.